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Entre las pocas y buenas personas que conocí en la universidad no podría dejar de mencionar a Alan P. Siempre lo recuerdo con su polo de la Velvet y con su libro de Lou Reed, el que leía a escondidas en las clases. Una vez lo encontré leyendo antes que empiece una clase. Estaba sorprendido con algo que acababa de leer en ese libro grandote.

"Sabías que a Lou le metieron electro-shocks cuando era chico, porque sus padres creían que estaba loco por aquella manía de andar siempre haciendo música."

Ese mismo día salí de la universidad y compré en el kiosko de la tía el único disco que tenía de Lou Reed como solista: Transformer. Recuerdo que cuando empezó a sonar "Vicious" parecía que se trataba de la continuación del disco de la banana. Sin embargo, cada vez que me acercaba más a mi casa la cosa se iba oscureciendo y terminé haciéndome fan de Lou Reed. Todo gracias a Alan P.

De ahí recuerdo algunos encuentros más, otros malentendidos y finalmente Alan P. dejó primero el periodismo y después la universidad por la música.

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Lou Reed viajo deprimido hacia Londres, después de fracasar con su primer disco solista. David Bowie lo esperaba junto a Mick Ronson, con la emoción de cualquier fan que creció escuchando la voz de Lou en la Velvet. Junto a ellos dos, Lou Reed se sintió más cómodo que nunca y compusó quizá las mejores canciones de toda su carrera de solista.

Vicious, Perfect Day, Walk on the wild side, Make up y New York Telephone Conversation son canciones que siempre sonarán en mi cabeza desde ese primer día que compré el disco que muestra un Lou Reed transformado. Convertido en la mejor pintura de Bowie y jugando al extremo con aquella idea de la ambiguedad sexual. Lou se suelta dedicándole canciones a la factory, a la heroína en aquel himno -aparentemente feliz- llamado Perfect Day.

Quizá Lou Reed no haya podido cumplir aquel sueño de escribir el gran libro musical de América, pero si ha servido para que algunos nos enamoremos más de la música, al punto de dejar todo por ella. En Walk on the wild side se escucha un saxofón apagándose, en Make up una tuba, hay que agradecer también a Bowie y sobre todo a Mick Ronson, por orquestar toda la historia de aquel llamado Lou Reed quien mañana, 2 de marzo, cumple 55 años.